Tiempo para escribir

Entre mi nuevo trabajo y estudiar, me falta tiempo para escribir.

Me gusta mi curro, y sobre todo las perspectivas de futuro que me ofrece, pero entre el tiempo que empleo en él, y las dos o tres horas que me tiro en el autobus todos los días, no me cunde la vida. Y eso que uso ese tiempo de transporte para estudiar.

Podria escribir cuando llego a casa, por supuesto. Pero… llega a casa, vete a correr un poco porque tengo que hacer aeróbicos por asuntos de salud, dúchate, prepara la comida para el día siguiente, cena… y no estoy diciendo nada de si alguien me dice de ir a tomar una «cerve».

Sin embargo, creo yo, la herramienta principal del escritor es la propia cabeza. Escribir es importante, por aquello de pasar de lo abstracto a lo concreto, pero desde mi punto de vista eso es la última parte de una cadena; como siempre he dicho, escribir es como cagar.

Afortunadamente, mi trabajo me permite poder tener la cabeza en cualquier parte, así que nada me impide poder pensar, planear e imaginar lo que haga falta durante el trabajo. De hecho, he desarrollado el trasfondo de varios personajes, planeado cosas a largo plazo y dado vueltas a varias más. ¡Todo ello mientras hago una operación de miocardio, señora!

Luego, gracias a la ciencia, paso las ideas en notas en el movil y me las envío por correo, y de ahí, ya en el portátil, lo añado a lo que tenga. O las guardo como borrador en este mismo blog y accedo a ellas desde el portátil o el movil.

De echo, esta entrada la estoy escribiendo en el rato de la comida.

La tecnología moderna ofrece sus ventajas y hay que aprovecharlas. No entiendo por qué muchos escritores/as son reticentes a usarlas y prefieren limitarse a escribir notas en papel. Sí, es más romántico, más bohemio, pero cuando tienes un objetivo, hay herramientas más prácticas. Notas en papel implica que tengo que ir siempre con bolígrafos y hojas, y lo más importante: no perderlas. mientras que el movil ya lo tengo siempre conmigo.

Quizá por esta conciencia de falta de tiempo he cogido el hábito de, los días que libro, irme a una cafetería a escribir (siento que soy más productivo cuando lo hago así).

En ese momento, una o dos veces a la semana, todo lo que he macerado durante el resto del tiempo, lo saco como un torrente.

Durante el resto de la semana, tengo tiempo de sobra para pensar, planear y darle vueltas a las ideas, en lugar de lanzarme a escribir lo primero que me pasa por la cabeza como si fuera un youtuber de monitor amarillo.

Además, si dejo macerar las ideas en mi cabeza, crecen y mejoran. Si las libero tal que se me ocurren, desaparcen en seguida, así que me conviene mantenerlas un poco en salmuera para que prosperen, y luego lo suelto todo. Francamente, prefiero escribir pocas veces, pero teniendo algo que decir, que forzarme a hacerlo sin tener nada que contar.

Al final, es cuestión de aprovechar el tiempo y los ratos, ya que escribir en sí es el final de la cadena (como hacer caca), y es mucho mejor si ya voy preparado, con las ideas al «ralentí».

Y cambiando de tema, atiende una cosita…