Análisis de los villanos/as (parte 2)

«You have to keep recycling yourself.»

“Invisible Monsters,”, Chuck Palahniuk

Esto es la segunda parte de un análisis personal que he empezado (ver parte 1), en el que analizo la figura de los villanos para deconstruirlos, remontar a sus conceptos más básicos, y poder crear arcos de villanos interesantes.

Principalmente, esto es para uso personal, pero si ayuda a alguien, mejor.

En la primera parte, que en teoría era una introducción, dejé claro que la diferencia entre los buenos y los malos es algo borrosa, y eso era solo el principio. En esta voy a sus características personales.

Los villanos, empiezan la historia triunfando, hacen cosas malas, consiguen unos cuantos éxitos, le dan leña al héroe/heroína gracias a sus métodos y a ser más fuertes. Pero finalmente acaban por sucumbir.

Aunque este fracaso parece que sea un “porque sí”, en realidad los malos tienden a morder el polvo por su propia mano. Una serie de catastróficas tendencias y conductas son las causantes de su fin. Un arco que tiene cosas que enseñar y del que podemos sacar lecciones filosóficas tan importantes como las que podamos sacar de los héroes.

He llegado para quedarme

Al comienzo, los villanos suelen triunfar o, como mínimo, dar problemas al sistema establecido. ¿Por qué? Porque se han preparado, han reunido todo lo necesario, tienen el poder, conocimiento y astucia suficiente como para poner las cosas patas arriba, y cuando lo tienen todo listo, atacan.

Por otro lado, con cierta frecuencia, el mundo, la vida del héroe/ína, o lo que sea, estaba en un estancamiento. Tanto si la vida de los personajes era feliz (Frodo y Sam, en “el señor de los anillos) como si era un asco (Joe, “el último boy scout”), los héroes estaban acomodados en ese «mundo ordinario». Hasta que el villano aparece a hacer sus cosas de villano, y en el proceso de buscar su propio bienestar, se lleva ese status quo por delante.

Hasta aquí todo está bien. El villano mola, es mas chulo que una bota con flequillo y muchos sentimos admiración (relativa) por él/ella.

Pero… si es tan guay, ¿por qué acaba por fracasar? Porque está gilipollas.

Veámoslo.

La conducta lo es todo

La propia conducta del villano/a le encamina a su perdición. Así que, otra vez, no es el fin en sí mismo, sino el cómo, lo que les mete en esa crónica de una muerte anunciada.

He visto varias características en los/as villanos/as que suelen repetirse, y son lo que les lleva a ese final.

No le importa las consecuencias de sus actos. Mata moscas a cañonazos, destruye planetas para demostrar el poder de su estación espacial, o arrasa poblados con tal de encontrar un objeto. No se plantea que va sembrando un rastro de odio hacia él, ni que toda acción tiene una reacción por la que tendrá que pagar en algún momento. Aunque a veces esta destrucción es su objetivo, en otras ocasiones es un efecto secundario; ellos van a por su objetivo llevándose por delante todo lo que encuentran. Todo es sacrificable en beneficio de su fin.

Momentos antes de destruir Alderann, solo para vacilar

Autoimagen sobrevalorada. Esto es algo muy frecuente. Ya sea por exceso de ego o por mucha seguridad, no creen que puedan equivocarse o que las cosas les vayan a salir mal. Esta fe en sí mismos, que en un principio les da encanto, en realidad, oculta que son tan imprudentes y torpes como cualquier otra persona, y siempre cometen algún fallo fatal, generalmente relacionado con esa creencia de tenerlo todo bajo control.

Bastian, en la segunda mitad del libro “la historia interminable”, monta un lío gordísimo, enemistándose con Atreyu y acabando todo en una guerra absurda, por culpa de su ego y no darse cuenta de cómo la está cagando. Aunque suena muy básico, es algo que veo que se repite muchísimo entre los villanos en general. ¿Otro ejemplo? Madam Buret, en “Blackwood”.

«Sé lo que estoy haciendo» es la frase lapidaria de la mayoría de los malos.

«Blackwood» (2018). Madam Buret: «lo tengo todo bajo control»

En contraposición, el héroe duda de sus capacidades, teme fracasar y no estar a la altura de las circunstancias. Por eso, lo da todo, se entrega al cien por cien, se cuestiona a sí mismo, aprende y mejora. Los villanos infravaloran las situaciones, o sobrevaloran sus capacidades, y actúan de forma imprudente, manejan poderes que se les van de las manos o no saben cuando abortar misión. Son víctimas de su propio ego (y estupidez también).

Pasión ciega. En otros casos, o en conjunto, los villanos, ya sea por ego, por pasión loca, un deseo casi infantil de satisfacer sus deseos a toda costa, celos, miedo, traumas del pasado, o por impresionar a una sueca, no ven más allá de un deseo que los domina, ni se dan cuenta de cómo se van sumiendo en el fango. Para ellos, lo importante es cumplir su deseo.

En muchas historias de cine negro o terror, esto es lo que precipita a los protagonistas a su propia destrucción, tanto si son los buenos como si son los malos.

«Esta es la copa de un rey…», dijo. «Indiana Jones y la última cruzada»

El villano no evoluciona. Este es el punto clave de todo. No aprende de sus errores porque no los ve, como ya he dicho en el punto anterior. Si algo sale mal, siempre culpa a otros o ignora la situación. No se cuestiona ni se observa; carece de introspección. No acepta consejos, y solo tiene oídos para lo que quiere oir. Es terco, orgulloso, ciego y cerrado en su obsesión. Es víctima de su propio estancamiento, y, al igual que él destruye el viejo orden, es destruido por el nuevo orden. Y el círculo se cierra.

Irónicamente, fue el estancamiento del sistema, al principio de la historia, lo que permitió al villano poder estar por encima de él y pisotearlo. Pero se quedó ahí, no siguió evolucionando ni aprendiendo, y por eso fue derrotado por un nuevo orden renacido de sus cenizas, de la mano del héroe/ína.

A la izquierda, uno que entrenó como un demente sin parar. A la derecha, un señor que se pasaba el rato en una silla voladora y no hacía el huevo. Adivina cual venció.

Puede que un tipo de villano que no cumple estos rasgos es el que vendría a llamarse el redentor, (Darth Vader), que sí que se da cuenta de la cagada que ha hecho, se cuestiona y finalmente se redime, normalmente encontrando la muerte en el proceso, supongo que porque queda más dramático y épico.

Conclusión

Ser el villano es una historia escrita por el fatalismo, un relato sobre como una falta de visión, unas pasiones llevadas al extremo y no ser capaz de adaptarse a las circunstancias, llevan a la destrucción. Aunque las historias casi nunca están centrados en ellos, su arco podría representar el mal camino que te espera cuando entras en este tipo de espiral.

Por esto, se contraponen al héroe/ina en estos factores, que son precisamente los que marcan el arco de los protas: dinamismo, introspección, evolución y aprendizaje.

En cierto modo, se puede encontrar una simbología oculta en todas estas historias, en las que la enseñanza primaria es la importancia de crecer y aprender, y lo negativo del estancamiento, lo perjudicial de encerrarse en uno mismo y cómo esto lleva a una muerte metafórica y/o literal.

Voy a dejar esto aquí, y la próxima semana lo terminaré en una tercera entrada.

“Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”

“A través del espejo”, Lewis Carrol

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6 comentarios sobre “Análisis de los villanos/as (parte 2)

  1. Sin lugar a duda, un buen análisis que bien valdrá tomar en cuenta al momento de crear personajes.
    Sería interesante, por ejemplo, un villano que aprenda de sus errores y sepa controlar mejor sus impulsos, o inclusive, que haga introspección sin que ello le desvíe del mal. De esa manera sería un reto mayúsculo para cualquier protagonista o héroe.

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