Querido diario, dos puntos.
Desde que empecé el curso de escritura me está pasando una cosa, y a varios de mis compañeros también: cada vez nos cuesta más parir ideas para historias.
Antes era más prolífico, pero desde que estoy aprendiendo a escribir mejor (o eso me dicen la gente), lo hago menos. De hecho, me estoy un tiempo largo atascado con una historia porque no sé cómo abordarla.
Por supuesto, esto me lleva a preocuparme porque antes se me ocurrían ideas con bastante facilidad, pero ahora, cuando tengo que escribir algo para el ejercicio de la semana, es subir una cuesta.
De casualidad encontré un libro que me ha resultado de bastante ayuda. En apenas 100 páginas (incluso menos, porque lo importante está en el capítulo 2), me hizo entender lo que me está pasando.
El libro es «Creativity«, de John Cleese y en él referencia a otro libro sobre la mente creativa («Hare brain, tortoise mind», Guy Claxton ), donde habla sobre cómo la forma de afrontar el proceso creativo marca una diferencia brutal.

Conocer las técnicas de escritura te da un capazo de herramientas: elementos de Campbell, técnicas, escopetas de Chejov para acribillar al más pintado, arquetipos de personajes y un largo etc. Si bien todo esto es de inestimable ayuda, escribir se empezó a convertir, sin que me diera cuenta, en algo más similar a resolver un enigma cuya pregunta me había creado yo, que a algo creativo.
Mientras escribo el borrador, me dedico a analizarlo con vista crítica incluso desde el primer momento. Mucha mierda en la cabeza a la vez. Escribir se ha convertidoen una fórmula matemática y eso me ha bloqueado.
He matado a los monetes de la creatividad.
En su libro, Cleese advierte de la importancia de tomarse el momento creativo como un juego. Con jugar se refiere a exactamente eso, hacer como cuando uno tontea con los tente, juntando piezas sin ningún propósito (los monos lo hacen lanzando sus cacas al público, lo cual envidio); no hay bien o mal, solo experimentación, hacer cosas para ver que pasa y por que sí, sin darse prisa ni rayarse (lo mismo que los monos con su materia).

En realidad, cuando lo pienso, nunca había tenido problemas para tener ideas. El motivo es porque nunca me había sentado a tenerlas. Tengo mucha tendencia a evadirme mentalmente cuando estoy haciendo algo monótono (la falta de atención por hiperactividad tiene sus cosas positivas de vez en cuando), por lo que andar pensando en sandeces es un estado muy habitual en mí. Los pensamientos absurdos pululan por mi cabeza y alguno de ellos se queda. Entonces me dejo llevar por él, desvariando y estirándolo, viendo a donde me lleva sin plantearme un destino ni censurarlo en ningún momento. Dejo a los monetes de mi cabeza jugar con las ideas, desvariar con sandeces por el mero placer de hacerlo (lanzarse caca unos a otros). Muchas veces no llegan a nada, pero como no tengo un objetivo, no me importa. Otras veces acaban desarrollándose en un concepto. La historia «La granja del tesoro» (la de las gallinas mutantes incluida en mi libro en fase beta «La cofradía de los criminales pequeñitos» se me ocurrió mientras le daba un masaje en la cabeza a un señor de Manchester). Cuando el concepto de la historia se conformó en mi mente pensé «estaría chulo para un video juego, pero como no trabajo en esa industria, nunca podré hacerlo». Al rato recordé que soy escritor y que podría escribir una historia con eso.
Así es como lo había hecho toda la vida, pero ahora, aplicar lo aprendido en el momento aquivocado, está sepultando ese momento de malabares mentales y diversión importante del proceso creativo.
Ambas actitudes son importantes, tanto la de lanzar caca (la gente normal lo llama la brújula de las narices) como la de manejar las cosas aplicando conocimientos y técnicas (el puñetero mapa), pero, como toda herramienta, conviene saber cuando aplicar cada una, hay que saber cuando dejar de jugar con tus excrementos.
John recomendaba un recorrido de ida y vuelta, usar la brújula para crear, y cuando ya no se te ocurre nada más, ordenarlo todo con el mapa. Cuando necesitas más material, dejar a los monos hacer lo suyo, así hasta conseguir un resultado.

“This back and forth process is called iteration. It´s what creative people do all the time”
Creativity. John Cleese.
Como dice mi amiga y colega de afición Isabel Lopez: «En el borrador lo echo todo, porque por eso es el borrador. Luego ya lo apañaré».
Como no sé como terminar esto, termino con una distracción: ¿En qué se diferencia el sistema de bloques del wordpress de una piedra en el zapato? En que la piedra te la piedes quitar.