En este capítulo, Campbell habla del cruce del primer umbral, ese momento en el que el personaje abandona totalmente su mundo ordinario, y se mete en camisa de once varas, entra en el mundo mágico dispuesto a enfrentarse a su aventura, a sí mismo y a todo lo que haga falta.
Bien sea porque ha superado su rechazo o porque nunca lo tuvo, allá que va.
Sin embargo, esto no es fácil. Penetrar en este nuevo mundo no es para cualquiera. El héroe o heroína debe probar que está preparado/a para lo que le viene encima. Por esto, frecuentemente, este umbral está protegido por un guardián.
Este guardián no tiene que ser necesariamente alguien físico que le para los pies porque no le gusta el calzado que lleva, puede ser cualquier otro simbolismo o problema que, en definitiva, lo que hace es poner a prueba, por última vez, tanto si el personaje está preparado como si realmente quiere hacerlo. Es su ultima oportunidad para dar marcha atrás.
Por este examen de final de curso, esa negativa que ya mencioné, es importante. Lanzarse de cabeza a la aventura sin estar preparado, puede llevar a darse un cebollazo contra una pared, por no pensarse bien las cosas.
A partir de este punto, Campbell nos deleita con sus fascinantes capacidades para irse por las ramas, contándonos montones de cuentos en los que se ejemplifica este guardián en la manera de los típicos monstruos que poblaban la terra incognita. En el momento en que una persona abandonaba la seguridad de lo conocido, cuando ponía un pié más allá de los dominado, podía encontrarse con toda suerte de monstruos y criaturas dispuestas a arrancarle la cabeza al más pintado.
Sin embargo, a menudo, la manera en que estos héroes y heroínas consiguen derrotar a estos porteros no es mediante la fuerza bruta, sino dando muestras de un principio de crecimiento, mostrando ese brote de lo que al final conseguirá ser completamente. Por esto, repito, es importante ese momento de negarse a irse de aventuras porque una mujer te salga del lago y reparta espadas mojadas nombrándote rey de los bretones, y meditar un poco sobre lo que estás haciendo. No irse de aventuras a las primeras de cambio suele ser un momento de introspección para terminar de estar listo.
Si bien, no creo que haga falta que sea un momento épico, ya que es todavía el principio de la historia, si que debería marcar un punto importante. El personaje abandona su mundo ordinario, su zona de confort para meterse en lo desconocido. No todo el mundo hace esto. Este momento, creo yo, debería suponer una prueba para el personaje.
“La aventura es siempre y en todas partes un pasar más allá del velo de lo conocido a lo desconocido; las fuerzas que cuidan la frontera son peligrosas; tratar con ellas es arriesgado, pero el peligro desaparece para aquel que es capaz y valeroso.”
Excerpt From: Joseph Campbell. “El héroe de las mil caras”. Apple Books.