Llevo una época que no tengo ganas de nada. Ni de escribir, ni de fotografía, ni photoshop ni leches en vinagre. Incluso leer me está costando. Empiezo un libro pero no me llama y lo dejo. Empiezo otro y lo mismo.
Quizá sea el trabajo, o las 2-3 horas de bus, estudiar la carrera en el viaje porque si no, no tengo tiempo. De hecho, esto lo estoy escribiendo en el bus, de camino al trabajo, a costa de no estudiar (no es fácil teclear el movil con mis dedos de polla en un trasto que se agita como si fuera por una carretera comarcal de Mordor, por cierto)
Es como si algo dentro de mí me frenara, ya no a empezar a hacer, sino a dejarlo si lo he empezado.
Por cierto, los yayos que están sentados delante de mi, huelen a alguna especia que no puedo recordar y eso me tiene loco, porque quiero recordarla.
Quizá este invierno tan largo, sin luz, ni sol (quién diría que yo, natural born viking, iba a echar de menos algo de solete) me afecta al ánimo.
Quizá sea la dieta para el colesterol, que me deja medio moñas.
No sé.
¿Sésamo? ¿Es ese el olor? No.
Pero bueno, en realidad no me preocupa. Recuerdo que cuando estuve en Escocia me pasó algo similar. No tenía cabeza para nada, y consideraba que era una época muy improductiva. Pero ahora, unos añitos más tarde, me he dado cuenta de que en esa etapa ideé muchos conceptos, que no plasmé por la misma desidia, pero siguen en mi cabeza y han influido a lo que he hecho después.
Quizá, en el fondo, aunque fisicamente no produzca nada, mentalmente lo hago sin darme cuenta. De hecho, ahora que lo pienso, en mi trabajo actual he desarrollado mucho más a los personajes de las crónicas del mago cretino, y por lo tanto la trama a largo plazo. La verdad es que mi trabajo me permite pensar mientras hago cosas, que es como mejor funciono.
También en Escocia perfilé mejor a Maxom y no me di cuenta hasta tiempo después.
Lo que debería hacer es llevarme el portátil, y cuando termine de currar, meterme en alguna cafetería o pub, y escribir. Sin pensar, a lo berseker, con un café en el cuerpo para recuperar.
Por otro lado, a veces, solo a veces, procastinar tiene sus cosas, como hacer madurar ideas, en lugar de usarlas cuando aún están verdes. Pero no es bueno tenerlo como recurso recurrente, ocurrido por la concurrencia del momento.
Anoche soñé que estaba con Buenafuente y Berto, creo que yo era camarero y les estaba atendiendo. Entonces les decía:
— ¿Os puedo hacer una pregunta? Cuando estabais al principio, en lo más bajo, sin que nadie os conociera y no sabíais si llegaríais a algún lado, ¿qué os hacia continuar?
Y me contestaron:
—Porque lo que hacíamos nos gustaba y lo hacíamos con cariño y gusto. Esto el público lo nota y lo valora.
Entonces, cerraba el bar y me iba.
Y ahora, lo que google no quiere que leas.
los periodos «improductivos»son en realidad el «vacío fértil» cuando no pasa nada en nuestro exterior seguro una marea interna está subiendo…yo diría que te abandones a la marea de la nada y ya saldrá algo….que aca arriba tenés indicios de eso…Saludos!
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Pues sí, como dices. Las cosas vienen solas. Son ciclos. Unos momentos de aparente improductividad quizá oculten ratos de andar absorbiendo datos y darle vueltas a las cosas. O sencillamente que la cabeza esté centrada en otras cosas que no nos damos cuenta, y sean en el momento, más importantes.
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Este invierno tan largo y cansino nos afecta malamente. Escribir sin más, escribir lo primero que se te ocurre cuando estás en temporada baja te ayuda a mantenerte. A veces, incluso son tonterías aprovechables. Ánimo, que ya viene el sol, aunque parece que también viene sin ganas.
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Muchas gracias por tu comentarios. Pues lo que espor Uk, el sol no lo tiene muy claro; hace visitas como si fuera el de telepizza.
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