Hace tiempo leí una frase en un libro sobre simulación de fluidos, fuego y dinámicas para 3D (Blender, para ser concretos), que decía:
…the artists and creative people have very little respect for the real world.
(… los artistas y gente creativa tienen muy poco respeto por el mundo real)
En el mundo del artisteo hay un enorme arcoíris de variedades y tendencias, estilos y técnicas. Los hay que hacen hiperrealismo, y que a la hora de escribir una historia la hacen los más real posible, mientras que en el otro espectro nos encontramos los que tiran de surrealismo y completas idas de pinza.
Cada uno a lo suyo. A quien le guste un estilo, perfecto. No estoy aquí para criticar a nadie. Mientras no haga daño a nada ni nadie, todo me parece perfecto.
Pero quiero ahondar en esta filosofía de que la realidad a veces es un molesta.

El otro día estaba viendo Kill Bill, de Tarantino. Creo que me habré visto esas películas unas tres o cuatro veces. Me di cuenta de cómo muchas de las escenas eran surrealistas, poco coherentes con al vida real, como por ejemplo, una en la que Beatrix está en un avión con la katana en la mano, y luego la pasea por todo el aeropuerto en la mano. En la vida real tendrías problemas solo para llevar una réplica, y así que eso de llevar una afilada en el asiento es algo que no va a pasar en la vida.
¿Le importa esto a Tarantino? Obviamente le importa un bledo. Este director tiene en mente una historia, quiere expresar unas ideas, quiere que veas como es el personaje, las situaciones y todo ese follón que tiene en su mollera, y no va a dejar que unas leyes le joroben una escena. En esa escena del avión, podemos ver como Beatrix está tensa, con la katana en la mano, no se relaja ni en el vuelo, está lista para matar al más pintado en cuanto pueda. Es lo que Tarantino quiere que veamos, y es lo que vamos a ver.

Como ciertos periodistas dirían «no dejes que la verdad se interponga ante una buena historia».
Pero esto tampoco es una licencia para hacer lo que me de la gana. Como en todo lo que incluye follarse cosas por detrás, hay que conocer las reglas y saber como funcionan, para saber precisamente como y cuando romper esas reglas. Una de las cosas importantes en la narrativa es que si consigo que el lector esté tan embelesado por la historia y lo que está pasando, ni se dará cuenta de ese «error en la realidad».
Otra vez vuelvo a los magos. Si estamos lo suficientemente influenciados por el buen hacer del mago, no seremos capaces de ver el truco, y lo que es más importante, ni de intentar encontrarlo. El lector, a esas alturas, tan envuelto en la historia y sus gracias, debería parecerle todo maravilloso. Es más, incluso conozco gente que justifica los fallos con mil teorías.
No obstante, como digo, hay que saber como hacerlo correctamente, si no, todo puede acabar en un caos sin sentido y esa misma falta a la realidad podría sacar al lector del trance. Esa falta a la verdad debería estar tan bien encajada que forme parte de toda la magia narrativa.
