La mejor lección de escritura

Las mejores lecciones que he recibido sobre escribir son aquellas que no recuerdo.

No necesito pensar en ellas porque forman parte de mí; surgen de forma fluida y natural cuando escribo.

Si tuviera que andar recordando esas lecciones y consejos, hacer memoria, meterlas siguiendo reglas y normas que no acabo de asimilar, el resultado sería algo artificial y sin gracia.

«Los ritmos, el contraste… ¿Cómo era eso? ¿Cómo funcionada lo del contraste? Lo leeré y ajustaré los personajes de acuerdo a esa cosa.» Algo así no puede tener vida jamás.

Prefiero dejar que lo que he aprendido de otros fluya y salga de forma natural, porque forma parte de mi hacer y no porque me estoy recordando hacerlo, porque lo he entendido y no memorizado, porque lo comprendo y no lo hago porque otros lo hacen, porque sé porqué lo hago y puedo hacerlo sin proponerme hacerlo.

¿Cómo sé que esas lecciones están ahí? Porque las veo en el resultado, o mejor dicho, no «des-están».

Cuando escribo, lo hago sin pensar, al igual que no necesito pensar para andar. De hecho, cuando pienso en lo que tengo que hacer al andar, mover un pie, levantar la pierna… cuando mi consciente interfiere con lo natural, es cuando tropiezo.

Así que es mejor escribir sin escribir.

Es el «wu wey».

 

Las imágenes pertenecen a sus autores.

3 comentarios sobre “La mejor lección de escritura

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