Un señor leía tranquilamente un libro, sentado en la terraza de un bar.
—No debería dejarse el móvil en la mesa, señor. Va a venir un ladrón y se lo va a llevar a la carrera en cualquier momento. Hay mucho ladrón por aquí –le advirtió el camarero cuando le sirvió una cerveza.
El hombre sonrió con amabilidad y volvió su vista al libro.
—Ya se apañará… —dijo para sí el camarero.
El señor continuó leyendo, dando sorbos ocasionales a su cerveza, disfrutando del sol.
No pasó mucho rato hasta que, sin verlo venir, un joven pasó al lado, cogió el móvil y se perdió de vista a la carrera en la primera esquina. Todo fue tan rápido, que nadie se dio cuenta. Nadie, excepto el señor.
No se inmutó. Dio otro trago a la cerveza.
Sin soltar el libro, con una mano rebuscó en su bolsillo. Sacó un pequeño aparatito y marcó un código.
Hubo una pequeña explosión a poca distancia que alarmó a la gente.
Abrió un maletín y sacó otro móvil. Lo dejó en la mesa.
Dio otro trago a la cerveza, y siguió leyendo mientras esperaba.
Las imagenes pertenecen a sus autores/as
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