Día #51 – Sin voz

Querido diario, dos puntos.

Ayer quería escribir pero al final decidí darle caña al podcast sobre Steel Panther.

Estuve casi toda la tarde (quiero decir, las dos horas que el curro, cenar y hacerme la comida para el día siguiente me dejó) editando el audio, que básicamente era eliminar cosas que no me gustaban o las repeticiones. Lo precioso de todo es que como lo grabé estando de por sí afectado de la garganta, me quedé afónico y no tengo voz, así que el resto de podcast lo grabaré cuando Odín quiera, porque ahora no estoy yo para cosas.

Prácticamente todo lo gravado es improvisado, basado en lo que se me ocurrió mientras curraba, pero todo de cabeza. El resultado es bastante cutre en cuanto a sonido, porque el micro no pilla el sonido perfecto, pero me gusta ese efecto “rock de garage”. En cualquiera de los casos, lo hago porque me apetece y no tengo expectativas de audiencia con eso; es por liberar neuras y sandeces.

La cosa es que es dificil hablar de un grupo cuando todo ellos es performance, porque nada de lo que dicen en las entrevistas es real, todo es parte de los personajes, así que… ya me dirás tú.

Por otro lado, el crossover de Steel Panther y la Cenicienta varió cuando lo leí, pero en esencia es este:

Era una noche fria y lluviosa.

El príncipe local buscaba alguien con quien casarse y, en lugar de usar Tinder como cualquier persona normal, organizó una fiesta ostentosa para atraer a todas la mujeres del reino. Por supuesto, mis hermanastras habían ido a ver si pillaban cacho.

Yo también fui, ayudada por un hada madrina low-cost cuya magia caducaba a la media noche.

La cuestión es que conseguí ponerme a bailar con el príncipe, y así estuvimos durante horas.

Tan chévere era todo, que se me olvidó controlar el tiempo y, cuando estábamos a punto de besarnos por primera vez, las campanadas empezaron a sonar.

Recordando lo de que toda mi performance se iba a ir por el sumidero, aparté al príncipe y salí a la carrera.

Apenas había cruzado la puerta cuando mi vestido desapareció, dejando a la luz el roto que llevaba. La carroza había vuelto a convertirse en calabaza, y los caballos en unos tipos.

Al ver que me había quedado sin vehículo, me quedé bloqueada sin saber qué hacer. Entonces, el príncipe salió corriendo. Miró alrededor. Me miró. Yo le miré. Me dijo “¿has visto pasar a una joven rubia vestida muy elegante?”.

Yo pensé que quizá debía tener un daño cerebral o algo que le impedía reconocer caras, porque no hacía ni cinco minutos estábamos bailando cara con cara.

“Soy yo, ¿no me reconoces?”, le dije.

El me dijo que no podía ser yo, que era una simple sierva plebeya. Le insistí, le puse la cara cerca, por si era miope y no llevaba las lentillas  de lejos. Me pidió que comprobara mi identidad poniéndome un zapato que había perdido y le pregunté que si era imbécil.

El príncipe estaba a punto de ordenar que me echaran de allí, cuando, los tipos que hace un momento habían sido los caballos interrumpieron para preguntar si eso que había en el castillo era una fiesta, y sin esperar respuesta, se abrieron paso.

Antes de que nadie pudiera evitarlo, tenían cervezas en la mano y estaban cortejando a cuantas chicas podían.

Los guardias los echaron a patadas… y a mí también.

Tan furiosa estaba, que estuve a punto de mear en el león de la entrada del palacio. Uno de los chicos me invitó a ir con ellos, en busca de alguna fiesta.

“Pero no tengo vestido, y mi hada madrina ya no está de servicio”, les dije.

“Eso se arregla en un momento” contestó uno que tenía una mirada sexy y profunda. De algún lado sacó un neceser, y usó en mí todo lo que ahí tenía. Me pintó los labios y ojos de negro, me plantó unos piercings en los labios, y también en los de la boca. Me cardó el pelo y espolvoreó litros de laca. Finalmente, me plantó un parche en la espalda que ponía “Steel Panther”.

“Ven con nosotros si quieres ser bitchy”, me dijo el cantante.

Han pasado varias semanas desde entonces, le han dado viento a mi hermanastra, mis hermanastras y su opel astra. Ahora, viajo con ellos por todo el mundo buscando conciertos y fiestas donde darlo todo.

 

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