Querido diario, dos puntos.
Mientras estaba currando, no sé muy bien a cosa de qué me he acordado de Superlopez. Los tebeos de este personaje han sido una de mis influencias en lo que escribo a día de hoy, y especialmente, en las dos novelas.
Estamos en un mundo en el que el género de la fantasía y la ficción está dominado por el mundo anglosajón. Casi todos los autores conocidos e importantes vienen de UK o de EEUU. Sí, también tenemos al de Gerald de Riva, que es polaco, pero son excepciones y es más conocido el juego que los libros.
Tolkien, Pratchett, Martin, Asimov, Lovecraft… son todos de habla inglesa, y sus mundos, nombres, culturas y cosas que pasan en sus historias están inevitablemente empapados de las culturas de estos países. No digo que sea malo, solo que esto influencia a autores de cualquier otro país, y generamos mundos ficticios basados en esas influencias inglesas. Por eso se abusa tanto de nombres anglosajones incluso en historias en España, y por eso tanta gente es reticente en ambientar historias de terror u oscuras en España.
Pues de entre todo eso, surgió Superlopez, un superhéroe español, al igual que todo su entorno, sus personajes y su mundo.
Con esto no estoy entrando en nacionalismos ni leches de esas, porque yo tengo de nacionalista lo que de monja tirolesa. La cosa es que todos esos mundos ficticios, Hobbiton, Ank-Morpork y etc. molar, molan, pero son cosas alejadas de mí, no tienen nada que ver conmigo. En cambio, las historias de Jan narraba situaciones y reacciones de personajes con las que me sentía identificado porque “es mi rollo”. Superlopez, cabreado, mandaba al cuerno a un yayo cuando este le pedía que saltara por la ventana para comprobar si realmente era el auténtico. Le metían en berenjenales de los que iba como cagallón por acequia sin enterarse de nada en toda la historia. Se desayunaba un café con leche y un cruasán. Discutía. Le daban berrinches tontos. No podía dormir durante una semana porque una mosca se le había colado en el dormitorio… Era un mundo con el que me sentía cercano.
Jan usaba esas situaciones cotidianas, totalmente españolas, y a mí me encantaban. No ha sido el único; el humor de Muchachada Nui es también muy castellano, y usan igualmente situaciones típicas españolas para generar el humor.
Cuando empecé a desarrollar la ciudad y el país en el que ocurrían las historias de “historia de un mago cretino” (la ciudad de Tolnedra, en Lacre), me basé muy libremente en España, más que nada porque es lo que conocía, y por el hecho de estar ya fuera de ella. Pero tenía luchas internas sobre si poner ciertas cosas o no, precisamente porque los personajes a veces actuaban de una manera muy hispana, o tenían expresiones y chistes muy culturales y no sabía si ponerlos o no.
Aquí es cuando Superlopez salió a luz. Pensé en, no solo poner esas cosas, sino usarlo a idea. Varios de los nombres de personajes son versiones directamente de nombres españoles cambiando una letra.
Ahora lo uso. Lacre está basado en varias cosas, pero una de ellas, es en España y no me corto en mostrarlo en forma de expresiones, frases y chistes.
Y ya está, no sé como terminar esto y no tengo más que añadir