«You ask or imply a question at the beginning of the book and you absolutely self-consciously withhold the answer».
Lee Child.
Antes que nada, una nota mental. En la parte anterior hice mucho hincapié sobre que si algo no tiene relevancia, se hace que la tenga o se elimina. Un lector me comentó por mail que Tarantino llena sus escenas de conversaciones irrelevantes y sin embargo funciona, y debo darle la razón. Así que me apunto para una futura investigación el averiguar porqué los diálogos de Tarantino son tan buenos cuando, en teoría, deberían ralentizar el ritmo.
Hecha esta nota para mi yo del futuro, empiezo.
Querido diario, dos puntos.
En la primera parte comenté que una escena debe contar con dos características: hacer avanzar la trama, y un capítulo es un cuento dentro de la historia principal, como muñecas rusas. El primer punto ya lo traté, así que voy con el segundo: el cuento interior.
Como tal, un capítulo debería contar con sus tres actos; planteamiento, nudo y desenlace, incluyendo una resolución y conclusión. Pero, esto, según me encontrado, no se aplica tal cual; muchos autores hacen sus trampirujas, jugando con estos conceptos con el fin de generar más interés por la historia, crear cliff-hangers y otras cosas interesantes.
«Scenes, like acts and lile stories, have their own three-act structure, and mimic exactly an archetypal story shape»
John Yorke, Into the woods.
Presentación
El principio de una escena/capítulo es una versión minimalista de un primer acto, en el que se presenta la situación, aunque frecuentemente esto se hace de forma muy por encima, ya que suele quedar clara por la escena anterior. En el caso de que se haga (no siempre se hace), se suelen introducir los personajes que participarán en ella y, especialmente, sus objetivos para con la escena.
No obstante, creo que no es bueno infravalorar esto, ya que puede hacer de recordatorio; como en una serie, la novela se deja y se continúa el día siguiente o incluso días después, así que un ligero refresco no viene mal para recordar un poco por dónde vamos, pero de forma muy sutil, sin caer en ser pesados y repetitivos.
También hay quien los hace in media res, es decir, con la acción medio empezada. Así que, cada uno lo suyo, lo que mejor vea, ya que creo que todo lo que vale para los primeros actos, vale también para la introducción de un capítulo.

Nudo: El conflicto y los cambios de estado.
Lo mismo que en una novela, en un capítulo, el estado del personaje cambia, tiene conflictos y los resuelve, y esto sí que me lo he encontrado en todas partes. Lo apropiado es que a lo largo de un capítulo, estos eventos hagan que el personaje no acabe cómo lo empezó y provoque un cambio de estado; de contento pasa a triste, si empieza nervioso acaba relajado, si entró en escena encantado de la vida, terminará estresado. Esto no es una regla de dogma en plan “cambiale el estado de ánimo al personaje o te quemo la casa”, ya que, si bien en el cine sí que es una especie de dogma, en la literatura es algo más relajado. Ese cambio de humor es un reflejo del cambio interno, es decir, una forma de indicar al lector/a que las cosas van cambiando en la personalidad de los personajes, o dicho de otra forma, el avance en su arco evolutivo.
Un capítulo debería contar con una fuerza opositora a los deseos de los personajes, al igual que existe en la historia completa. Este conflicto va a ser el responsable de la carga emocional, por lo que a una mayor pugna, habrá un mayor impacto dramático. Tener claro cuales son las consecuencias para el personaje la no obtención de su objetivo, o ser derrotado, ayudará a fortalecer la motivación de este e incrementar ese drama. ¿Qué hubiera pasado con Frodo si hubiera sido atrapado por los Nazgul en el capítulo 12 de La comunidad del anillo? Hubiera sido su fin, probablemente. Saber eso intensifica la presión en el personaje, refuerza sus acciones y, por lo tanto, genera más interés en el lector. Imaginemos que no hay manera de saber o suponer quienes son los Nazgul y por lo tanto no sabemos qué pasaría si lo atrapan; el desasosiego al garete.
También existe la posibilidad de que ese impacto dramático venga porque una acción anticipa un evento futuro que probablemente traerá problemas. No hay un conflicto, pero lo habrá.
En cualquier caso, estas pugnas contra las circunstancias o enemigos físicos nos permitirán desmenuzar el camino del personaje y su avance en la trama en pequeñas porciones más fáciles de manejar que si lo vemos como un todo. Una guerra está compuestas por batallas, en las que se avanza o se pierde terreno. La novela es la guerra y los capítulos las batallas en las que los personajes irán avanzando o serán derrotados según convenga (pobrecitos personajes).
Al igual que ocurre con la historia completa, lo ideal es crear un crescendo en la tensión, de forma que la máxima tensión, el enfrentamiento gordo, se reserve para las ¾ partes del final del capítulo, aproximadamente. Esto no quiere decir que haya que matar a un enemigo poderoso cada episodio, sino que haya un punto álgido dramático, una muerte y renovación, ya sea en forma de tomar una decisión, cambiar de actitud, aceptar algo o, literalmente romperle la cara a alguien. Que ocurra en el momento adecuado es importante, de lo contrario se podría generar un anticlimax y eso no mola, caca.
Una gran ventaja y cosa bonica, es que al ser solo una porción de la historia, en estas batallas podemos hacer que los personajes sean derrotados las veces que sean necesarias.

Desenlace y resolución
«Story as such can only have one merit; that of making the audience want to know what happens next. And conversely it can only have one fault: that of making the audience not want to know what happens next»
E.M. Forster.
Finalmente, hacia el final del capítulo/escena se produce la resolución, en la que se revela si consigue el objetivo o ha fracasado y como se afronta esto y afecta al arco.
William Goldman, autor de La princesa prometida y guionista de muchas películas (Chaplin, Maverick, Misery, la adaptación al cine de La princesa prometida, y muchas más), decía la famosa frase “entra tarde y vete pronto” (Come in late, get out early). Con esto quería decir que no conviene extender demasiado el final de una escena/capítulo, sino dejar el asunto un poco colgando, de forma que el personal se quede con ganas y curiosidad de saber qué pasará a continuación, en otras palabras más modernas; un cliff-hanger.

Los arcos secundarios
Hay un último factor a tener en cuenta, y es que en un capítulo pueden haber arcos secundarios, las subtramillas.
En ocasiones hay capítulos con varios arcos, que bien pueden ir en paralelo o intercalándose. También puede ser relativos a diferentes personajes o al mismo. Por ejemplo, en La morada (R.A. Salvatore), primer libro de la saga de Drizz Do’Urden, en su primer capítulo tenemos la trama principal que son los preparativos de los Do’ Urden para asaltar a los DeVirl; una guerra por la posición. De forma adicional están las tramas que hay de las relaciones entre los personajes, quién domina a quién o quién ostenta más poder. Esta información se va intercalando, pero nunca se pierde de vista que el asunto principal es la batalla. Que las subtramas no eviten ver la trama principal.
Hay que tener cuidado con no empezar y terminar una subtrama cuando la principal ha terminado, ya que esto genera un anticlimax. No obstante esto puede ser válido si este anticlimax tiene el objetivo de dar una pausa de reflexión sobre lo que ha ocurrido. Bueno, es cierto que algo muy recurrente en las series es justo empezar un arco al final del capítulo que genera el cliff-hanger mencionado, pero esto no hace avanzar nada; su único objetivo es hacer que veas el siguiente capítulo y te des cuenta como ese evento se soluciona en tres segundos sin ninguna repercusión en absoluto.
¿Todo esto se cumple en la literatura?
El mundo cinematográfico es bastante ortopédico, sigue unas pautas muy marcadas a la hora de elaborar sus guiones y funciona a base de fórmulas, pero la literatura es otra cosa y se permite ciertas licencias que en una producción holywoodiense serían impensables. Así que, mi duda es; ¿todo esto se cumple realmente?
Por esto he analizado unos pocos capítulos elegidos al azar de tres novelas igualmente aleatorias (además de las ya comentadas anteriormente):
- El misterio del lobo blanco, Capítulo 3, libro 2 (M. Moorcock)
- Harry Potter y la piedra filosofal, The potion master (J.K. Rowling)
- Coraline, Capítulo 5 (Neil Gaiman)
Pero como esto ya es muy largo, lo haré en la siguiente (y espero última) entrada.
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Un comentario sobre “Día #102 – Cómo escriben los capítulos los profesionales (II)”