Querido diario, dos puntos.
En la anterior parte, abrí el coco del asunto de los diálogos, por aquello de que abundan en las películas de Tarantino, y estaba analizando que tras una fachada de conversaciones sin objetivo, se encuentra un uso muy inteligente de este recurso.
Uno de esos usos, tratado en esa entrada (¿desea saber más?), era crear empatía con los personajes y hacerlos más cercanos.
Esta vez voy a abordar el segundo punto: dar a conocer a los personajes.
El diálogo es acción, es un acto, pero un acto en el que el personaje se revela a sí mismo mediante sus propias palabras. No es el narrador el que me dice cómo es ese personaje, no es una descripción, sino una acción directa. Recordemos la máxima del muéstralo, no lo cuentes. Sin embargo, hay que tener cuidadín, porque una conversación, en cambio, es algo distinto.
En una conversación, unos personajes pueden estar divagando sobre lo que sea sin llegar a ningún punto, y no es eso lo que quiero. Lo que quiero es una revelación a través del diálogo, que es algo distinto.

El personaje sale a la luz a través de lo que expresa y cómo lo expresa. A lo largo de esa escena inicial de Reservoir Dogs (1992), tenemos una idea bastante general, pero acertada, sobre quién es quién y qué relaciones tienen entre ellos, pero al mismo tiempo se reserva información y genera interés. Vemos que todos van vestidos igual, con trajes negros excepto dos; uno con chandal y otro más o menos arreglado pero informal. ¿Son estos los jefes? Vemos al calvo arreglado (Lawrence Tierney) que se impone sobre los demás, pero el señor blanco (Harvey Keitel) le quita la agenda y se permite hacerle la puñeta, lo que nos indica que tienen una confianza que se lo permite. Por otro lado, el señor naranja (Tim Roth), habla pero nadie le acaba de hacer caso: parece el nuevo. El señor amarillo (Michael Madsen) no dice nada, pero bromea haciendo como que dispara, y más tarde vemos que es un psicópata. En resumen, se nos muestra mucha información en una “conversación casual”. Estos diálogos no tienen nada de irrelevantes, todo lo contrario. Incluso la manera de abrirla, hablando de que si la canción de Madonna, “like the virgin”, trata sobre pollas, es una forma muy sencilla de atraer la atención del espectador.
Otro ejemplo sería Pulp Fiction (1994), donde vemos la relación que se establece entre Vince (John Travolta) y el señor Lobo (Harvey Keitel). La forma en la que se hablan, lo que dicen y cómo, dice mucho de ambos, individualmente y entre ellos. El señor Lobo piensa rápido, habla rápido y espera que la gente haga lo que dice porque está allí para ayudar. Él no vino, a él se le llama para solucionar un problema y lo hace saber. Vince, un personaje bastante orgulloso, rechaza tal actitud y por lo tanto tienen un conflicto, el cual se soluciona cuando, más adelante, actúa de forma más humilde ante él y le muestra su respeto. A través de unos diálogos hemos visto cómo son estos personajes, cómo se relacionan y dicha relación evoluciona. Por lo tanto, dichas conversaciones (que no diálogos) tienen un peso vital.

Podría poner cientos de ejemplos de cómo conocemos a los personajes únicamente a través de sus palabras, pero no me quiero extender.
Va, uno más y lo dejo: Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) en Django (2012). Nadie nos cuenta cómo es, nadie hace un análisis sobre su personalidad o actitud, pero a través de sus palabras, sus gestos, su tono, sabemos todo lo que necesitamos saber sobre él: es frío, calculador y despiadado. Para él, los esclavos son mercancía y no siente el menor atisbo de empatía hacia ellos. Y por si esto es poco, mediante la forma en que él y Stephen (Samuel L. Jackson) conversan en privado, descubrimos que hay una relación entre ambos, y que el criado ostenta una posición especial distinta de la que muestra abiertamente (en realidad, Tarantino es también un maestro de dar la información justa, pero eso es otro tema).
Hay una frase que dice que si algo lo haces bien, nadie lo nota. Nadie había notado todo esto, ¿verdad?
¿Es Tarantino el único que domina esta técnica? Por supuesto que no. Woody Allen es otro autor a quien querría analizar más y mejor (algún día conseguiré ver Anny Hall sin dormirme). Sus escenas están llenas de diálogos, montones de ellos, a veces incluso se cruzan entre ellos, con personas hablando por encima de otras conversaciones, y todas ellas, siguen cumpliendo su propósito: dejar que sus personajes se muestren y expresen sus ideas, a veces no de forma literal, sino de forma metafórica.
Con todo esto en mente, de aquí se concluye un concepto importante: si el diálogo sirve para mostrar al personaje, este va a ser tan bueno como lo sea el personaje, así que más me vale tener unos buenos personajes si quiero que sus diálogos funcionen. Nunca he visto un mal personaje con buenas frases, pero he visto grandes personajes con frases inmortales. No creo que sea casualidad.

Cuando escribo, me encuentro en ocasiones con discusiones o enfrentamientos verbales que no sé cómo llevar porque no tengo bien definidos a sus personajes, o al revés; he descubierto y desarrollado personajes más y mejor, mediante situaciones sociales que me montaba en mi cabeza (me aburro mucho en mi trabajo), que sentándome a pensar cómo son, así que es buena técnica para crearlos.
“La línea de diálogo pertenece al personaje; el verbo es el escritor metiendo la nariz (…) Es mi intento el permanecer invisible, no distraer al lector de la historia con una escritura obvia «
(“The line of dialogue belongs to the character; the verb is the writer sticking his nose in… It’s my attempt to remain invisible, not distract the reader from the story with obvious writing”)
Elmore Leonard, 10 Rules of writing (2007)
Los diálogos, esos grandes subestimados en la escritura. Unos fragmentos que mucha gente deshecha, rechaza o simplemente no les gusta, porque por algún motivo la escritura parece que debe ser exclusivamente en narrativa. Pero considero que es un elemento muy poderoso, y no pienso dejarlo de lado solo porque sí.
En cualquier caso, pese a haber visto gente que está en contra de los diálogos en la escritura, la verdad verdadera es que en libros de autores maestros, he encontrado páginas y páginas de diálogos, así que, no sé de dónde se saca la gente esa regla no escrita de no usar diálogos. De hecho, la mayor influencia de Tarantino en los diálogos, es Elmore Leonard, autor de montones de novelas que se han hecho famosas, varias de ellas llevadas al cine (como Jackie Brown, 1997), cuyo punto fuerte son sus diálogos, y hablo de capítulos basados en ellos, con muy poca narrativa. Sin duda alguien de quién aprender.

De momento me posiciono a favor de ellos, mayormente porque así es como me salen la mayor parte de las escenas. No todas, pero sí muchas. Mis personajes se relacionan e interaccionan unos con otros, sus intereses entran en conflicto, o tienen algo que decirse, informar para ayudar en la trama, o lo que sea, y en el proceso, se dan a conocer y se muestran tal y como son, generando la empatía o antipatía que hará que los lectores se posicionen a favor o en contra. De lo contrario siento que están en un vacío, solos en un mundo que no tiene nada qué decir, como si estuviera escribiendo las aventuras de un personaje en el Minecraft.
Pero en realidad, tengo que dar las gracias a esos comentarios no muy amigos de los diálogos, ya que gracias a ellos, me ha hecho plantearme y questionarme las cosas, y por lo tanto, analizarlo para saber usarlos como Odin manda y aprender y mejorar.
En la siguiente entrada, terminaré esto con el siguiente punto, que es sobre usar las conversaciones para crear tensión y suspense.
Fuentes
Quentin Tarantino, maestro de los diálogos corrientes
The Social Network – Designing Dialogue | The Cinema Cartography
Why do Quentin Tarantino films have such long segments of small-talk?
El diálogo es un arma de doble filo, porque exige al lector una atención especial. Si el autor exige esa atención del lector para que luego resulte un diálogo vacío, la ha cagado. Habrá perdido su atención para próximo diálogo o para toda la novela. Como el perfume: que se note, pero que no agobie.
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Efectiviwonder María. Muchas gracias por pasarte y comentar
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Otra buena lección sobre los diálogos.
Leyéndote, me he acordado de otro uso de los diálogos, quizás mas visual, que Spielberg usaba mucho en los 80, que son los diálogos de fondo. Que nos definen las circunstancias del personaje y a mi, personalmente, me encantan en el cine de Spielberg.
POr ejemplo, en Encuentros en la 3ª fase, hay una escena en la que de fondo vemos a la familia del protagonista, con los niños gritando peleando, uno de ellos rompiendo un muñeco a otro y la madre hablando con ellos. Son diálogos que no son el centro de la escena, pero que definan totalmente el universo en el que viven los personajes.
Pasa lo mismo en Super 8, de J.J. Abrams, en la escena del desayuno en casa del amigo que hace las películas. La conversación caótica en la mesa define muchísimo mas a ese personaje que otras cosas mas visuales.
Genial articulo, estoy esperando ya el tercero.
slaudos
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No me había fijado en esas conversaciones de fondo, pero es verdad. Spielberg es otro de los grandes.
Gracias por comentar.
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